Cuando te lanzás a tu primer viaje en moto tu día a día se transforma en un carrousel de sorpresas.
Nada de lo que vivís tiene que ver con la rutina diaria del que –como yo- vive y trabaja encerrado entre cuatro paredes todos los días.
En el sur Argentino, con sus distancias de cientos de kilómetros sin lugar para cargar combustible, cada estación de servicios se transforma en una convención de peregrinos… ¡que se renueva en cada parada!
Es muy común encontrarte nuevamente con las mismas personas en la fila para cargar en el surtidor.
Y a la tercera vez que te encontrás ya parece que fueras amigo de toda la vida!
Una de ellas fueron un par de moteros, que creo venían de Rafaela y viajaban a Ushuaia.
Lo que me llamó la atención es que a uno de ellos le faltaba una pierna, lo que sin embargo no era ningún obstáculo para estar haciendo semejante viaje.
Había adaptado su Kawasaki Z440 modelo 81 para hacer los cambios con un par de levas en el manillar y para estacionar le había adaptado un par de rueditas que mantenían la moto de pié.
¡Genial la idea!
¡Un espíritu increíble el de este señor!
Nos encontramos como 3 veces en ese día.
Un ejemplo de voluntad.